«Presencias»
En la casa, en medio de la rutina diaria, la mujer se transforma en un espectro laborioso, una presencia que habita y da vida al espacio. Su trabajo, ese tejido invisible de cuidados, orden y alimento, define el hogar, pero raramente se valora más allá de sus cuatro paredes. En esta serie, la imagen femenina se entrelaza con el velo de lo cotidiano: detrás de puertas y cortinas, su figura se desvanece, como si fuera parte del mobiliario, del aire, de una memoria que a veces no encuentra un lugar en la historia.
El fondo de cada obra, se aprecie un croquis urbano que abre un diálogo con la ciudad, ese otro espacio donde las mujeres también están presentes, pero en su afán de cumplir con toda la labor femenina asignada desde tiempos tradicionalmente ligados a la historia, termina siendo olvidada y restringidas a lo íntimo y a lo doméstico. Así, estas imágenes ponen de manifiesto la tensión entre lo privado y lo público, entre el hogar y la calle, entre el adentro que protege y el afuera que a menudo ignora. La mujer es presencia y ausencia al mismo tiempo, un cuerpo que sostiene la vida cotidiana sin que su labor sea reconocida como tal.
Los velos como tramas, que cubren su figura no son solo elementos decorativos, sino también barreras simbólicas. Nos recuerdan que el hogar, aunque sea un refugio, puede volverse un espacio de aislamiento, donde ese trabajo doméstico, aunque esencial, sigue siendo un espacio de opresión cuando se da por sentado según las normatividades impuestas. En Presencias, la mujer persiste, enmarca su existencia en la geografía de su hogar, pero también exige ser vista, reconocida e incluida en la cartografía de lo que realmente importa.