«Raíces del aire»

Frágil es la memoria, como también es frágil el entorno natural, que cotidianamente es afectado, ya sea por la mano del hombre, por la misma acción de la naturaleza o por los sentidos múltiples de la existencia. Nuestro entorno natural es un paisaje, que puede ser concebido como soñado o como paisaje elegido, como dice *Juan Eduardo Cirlot en el diccionario de los símbolos. Partiendo de aquel paisaje soñado o elegido, aquel paisaje buscado en el interior, se crean una serie de imágenes que componen espacios, en los que coexisten registros de materiales naturales y artificiales, y en los que, por medio del lenguaje visual, ejercen una reflexión acerca de la fragilidad de la vida, el tiempo, la memoria y las dificultades esenciales del hombre. La casa se constituye en una parte esencial de estos paisajes y se sustenta junto con la naturaleza que la rodea, en aquel lugar simbólico que mantiene el imaginario y la convierte en una referencia intima del ser. La casa como menciona el simbolista y poeta Juan Eduardo Cirlot, se transforma en nuestro cuerpo. En “Raíces del aire” se articulan elementos simbólicos repetidos, y escenarios comunes, que crean espacios que se funden entre la realidad y imaginación.

“Raíces del aire” convoca a mirar hacia adentro, confrontar asuntos íntimos como la transitoriedad, la vulnerabilidad, las raíces y el origen.

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